LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN TIEMPOS DE CENSURA

CELEBROVSKY, Pilar

El lamentable atentado terrorista al semanario francés Charlie Hebdo pone de manifiesto, una vez más, la situación tan crítica en la que se encuentran las libertades. Después de siglos de luchas por conseguir unos derechos y libertades iguales para todos, parece que hoy asistimos a una involución de los mismos, donde hay una  censura cada vez más feroz en el mundo de la comunicación de masas, que incluso pone en peligro la vida de aquellos informantes que luchan por mantener algo tan valioso como la libertad de expresión y de información.

En los países que sufren conflictos armados ser periodista es casi tan peligroso como ser un soldado atravesando un campo de minas, cada palabra que dicen hace que su vida penda de un hilo, como sucede, por ejemplo, en los países afectados por el narcotráfico.  Sin embargo, y más preocupante todavía, es la situación que se vive el mundo árabe, donde acudir a la zona de conflicto (que de por sí ya es de alto riesgo), hace que muchos periodistas pierdan la vida únicamente por transmitir ideas que  no tienen cabida en las mentes intolerantes.

No obstante, la situación que vive la libertad de expresión también afecta a Occidente, y en España, lamentablemente, también se han dado casos que atentan contra las libertades de los periodistas y de los propios ciudadanos.  El más reciente, la decisión del grupo editorial RBA de  censurar y cancelar la publicación de una portada de la revista satírica “El Jueves” por presiones externas, al parecer, provenientes de la Casa Real. La portada en cuestión hacía referencia a la abdicación del Rey don Juan Carlos I y a pesar de la relevancia de la noticia, RBA recomendó a la revista no publicar nada relacionado con el Rey. Una medida que atacaba no sólo a las libertades de informantes e informados, sino a un género que muchos intentan destruir como lo es la sátira.

Pero eso no es todo, la autocensura que se imponen algunos medios es casi tan normal como respirar. Hoy en día, prácticamente ningún medio de comunicación pública informaciones negativas sobre las grandes marcas o los grandes poderes económicos. Yendo en detrimento de su principal función que es informar a la sociedad correctamente, pero que les asegura seguir contando con unos ingresos publicitarios aceptables y poder mantenerse a flote.

Pero mantener inalterable el pastel publicitario no es la única razón, en España se ha podido comprobar, sobre todo en los últimos años, como la televisión pública omite informaciones, o las trata de una manera un tanto peculiar, con el fin de no ir en contra del partido que gobierna, aunque ello signifique mal informar a la sociedad.

En el siglo de la tecnología,  la globalización y  la información al alcance de un clic, cada vez son más los actores que se empeñan en ocultarle  la verdad a los ciudadanos, recurriendo a artimañas como “si lo publicas no me anunciaré más contigo” hasta llegar al extremo más radical, y propio de la Edad Media, que directamente pone en peligro la vida de quienes informan para hacer de este mundo un lugar mejor.

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